viernes, 11 de julio de 2008

Nunca es tarde si la tradición es buena

Mira que he tenido amigos a lo largo de mi vida, ya que desde mi infancia hasta bién entrada la adolescencia he cambiado varias veces de residencia, con lo que ello conlleva, nuevo colegio, nuevos compañeros, nuevo mejor amigo,etc...pero eso ya lo abordaré en profundidad en otro momento.
De lo que quiero hablar esta vez, es que una vez “asentado”, uno tiene unos amigos “casi fijos”, que bién pueden ser antiguos amigos, amigos de clase, amigos del equipo, amigos de juerga (esos son los más numerosos), familiares y sin embargo amigos, como primos o tíos. Y cuando consigues llenar los dedos de una mano con los preferidos, que aunque no se conozcan entre sí, está claro que tienen un denominador común que eres tú, y eso les une. LLamas a todos, los juntas, os vais de finde, lo pasáis como nunca!, y se te ocurre, como en cientos de películas que has visto (generalmente americanadas) en las cuáles unos amigos hacen un pacto de amistad eterna, y deciden quedar todos los años en la misma fecha para escalar el Everest, surfear en Hawai o irse a Thailandia a ya sabemos qué, y que por ninguna de las circunstancias nadie debe faltar. Entonces vas y lo sueltas, y recibes como respuesta un silencio sepulcral, que intentas darle un significado del estilo: “pues será que ellos no se lo han pasado tan bién como yo…”, o “entre alguno de ellos no ha habido química…”, o “como estamos de cachondeo no le han dado importancia…”; pero NO, la realidad es otra, no querían comprometerse porque no le daban el valor, por muy bién que se lo hubieran pasado, al hecho de crear y mantener una tradición de amigos, amigos de verdad que tendrían la mejor obligación del año, que sería reunirse un fín de semana para pasarlo en grande!

Pués aunque parezca mentira no es nada fácil lograr esto, pero ya iréis viendo que uno de mis lemas y que tanto odia Susana es “que nunca es tarde o que todo llega”. Y es así como pasado un tiempo, y con otro círculo de amigos, comenzó la tradición, acompañada de un nombre propio, Roberto, Rober para unos amigos y Chuchi para otros, y ha de perdonarme mi primo Alberto de que no sea él el protagonista, ya que por diversas circunstancias fué miembro fundador pero nos abandonó en 3 convocatorias, aunque felizmente ha vuelto y espero que para quedarse.

La cita comenzó hace ya 5 años, allá por el 2004, con destino Ribadesella, fecha primer finde de agosto coincidiendo con el descenso del Sella y todo lo que hay a su alrededor: hablo de deporte, naturaleza, aire puro, tranquilidad y comida ligera, jejeje. Vale, creo que me he pasado un poco, cambiaremos lo de comida ligera y la tranquilidad por buenos platos de Fabes, Sidra y mucha, mucha gente y mucho, mucho ruido. Aunque más que Ribadesella y el propio Sella, nos cautivó un lugar que descubrimos por casualidad. Se trataba de un merendero situado en un acantilado a la altura de Cuerres, que nos sugirió una mujer que encontramos en la única casa que hay por la estrecha carretera que lleva al lugar y a la cuál llegamos pensando que estábamos siguiendo la orilla del Sella, cuando en realidad llevábamos kilómetros alejados de ella. He de decir a nuestro favor o en nuestra contra, no sé, que aún no estábamos borrachos, jeje.




En fín, el sitio era espectacular, e hicimos acampada libre todo el fín de semana. Y pese a que se dieron un montón de factores en contra, como que Rober, que llevaba las piráguas en su coche, sufrió la torpeza de un operario de gasolinera que le llenó el depósito con gasoil cuando el ya desaparecido mítico R19 era de gasolina, por lo que a los pocos kilómetros de abandonar la gasolinera, el coche dijo basta, y en plena autovía, a 35 grados y sin un árbol en 3 km a la redonda estuvimos esperando que llegase la grúa que llevaría de vuelta al pobre 19 y a las 2 piráguas.
Entre tanto también hubo amenaza de bomba en la zona, un loco se llevó por delante a veintipico personas en plena fiesta por las calles de Ribadesella y con toda la resaca del domingo nos hicimos los 12 km de descenso del Sella en pirágua, que se hicieron interminables cuando el tiempo enfureció, yo creo que por la torpeza de nuestro 4º invitado, hablo como no, de nuestro querido Kike, que se debió caer como 1400 veces de la pirágua, por lo que aquello pareció mas bién un ascenso del Sella ya que el viento y la lluvia soplaban en contra, pero que muy en contra.... Y pese a todo, los cuatro acabamos encantados, deseando repetir lo antes posible, ya no me hizo falta formular la pregunta que causó en mis otros amigos aquel silencio sepulcral. Lo habíamos pasado genial y queríamos repetir aunque sin pacto oficial, por lo que al año siguiente volvimos, esta vez sin mi primo Alberto que fué sustituido por el peculiar Spy, el resto fuimos los mismos.
En el 2006, año del pacto. Sólo acudimos Rober y yo, y aprovechamos la oportunidad con unas bonitas y emotivas palabras, entre copa y copa, jeje, para bautizar la tradición y hacer promesa de cumplirla si es posible hasta que los cuerpos nos aguanten.
2007, no fué el mejor año la verdad sea dicha, pero a los 2 fijos hubo un tercero llamado Raúl de Madrizzzz, que aprovechó su estancia laboral en Gijón para sumarse, he de decir que alucinó con nuestro paraje secreto, ese que año tras año tardamos más en encontrar y no me preguntéis porqué.
Se aproxima la 5ª cita en este 2008, y regresa como ya dije uno de los pioneros, mi primo Alberto, que se trae a Pablo, un amigo de dentro y fuera del trabajo, que será muy bién recibido. La fecha será la misma, pero esta vez cambiamos Asturias por Cantabria, Ribadesella por Suances, las Fabes por Paella de marisco, el río por el mar, las piráguas por la zodia y la tienda de campaña por una buhardilla en el campo.

...lo demás, espero que continúe igual: las risas, el buén rollo, la fiesta, la buena gente y por supuesto, el Barceló.

1 COMENTARIOS:

Marcoiris dijo...

Hombre, es que Asturies ye mucha Asturies y tiene muchos rincones perdidos :o)

claro que el Sella... eso es una locura!