miércoles, 22 de julio de 2009

Vacaciones de verano II

Comienza la segunda parte de las vacaciones, primer destino, Palacios de Sanabria, entorno del Lago de Sanabria, Zamora.
Allí nos esperaban unos buenos amigos junto a su guapísima y encantadora renacuaja, de nombre, Candela, que a sus 2 añitos y medio (casi 2 años desde la última vez que la vimos), nos encandiló (nunca mejor dicho, jeje), y fue nuestro punto de atención durante los 2 días que pasamos en compañía de nuestros amigos, entre el humo y los manjares de la barbacoa, su gran hospitalidad, sus historias nocturnas a la luz de las estrellas, y las excursiones a los pueblos de la zona, especialmente al castillo y alrededores de Puebla de Sanabria. Gracias por todo chicos, eso sí, nos debéis una visita.
Empachados de las delicias del cerdo sanabrés, y con ganas de habernos quedado algún día más, la reserva del hotel y las ansias de playa nos dieron el empujón necesario para poner rumbo a nuestro siguiente destino, Gijón city, Asturias coast. Hotel entre el centro y la playa, justo como pensábamos, zona hora, justo como no lo pensamos, tardamos en aparcar, pero al fín, la amabilidad del norte, hizo que un chico nos deciese su plaza justo en la puerta del hotel, a lo grande.

El “hombre” del tiempo había predicho nubes y lluvia, pero aunque ahora halla también mujeres del tiempo, hay otras cosas que nunca cambian,como son sus bajos porcentajes de acierto, y es que desde que llegamos, el cielo no podía estar más despejado, por lo que en un visto y no visto, estábamos caminando por la arena de la playa en busca de un buen sitio donde plantar nuestras toallas, antes de que la marea alta, cubriese la totalidad de la playa, pero aún teníamos tiempo de sobra para tostarnos al sol, bañarnos en las limpias y no demasiado frías aguas en esa zona del cantábrico, e incluso jugar con la arena cámara en mano, jeje.Y como ya va siendo tradición, ración de sardinas para cenar, con una botella sidriña para acompañar, o dos...
Y sin esperar ni un día más, esa misma noche, zassss!! Aquella pequeña molestia en el gemelo, se convirtió sin avisar en una rotura de fibras, que aunque no me hizo pegar ojo en toda la noche, una vez amaneció, el reflex y un par analgésicos, me permitieron pese a una notable cojera, disfrutar de nuestra estancia en la costa asturiana, donde no tardaremos en volver.

El resto, regreso a Pucela, médico para confirmar lo evidente, vendaje, reposo, nada de piscina, nada de deporte, nada de fiestas, y viendo como finalizan las vacaciones sin poder hacer nada para evitarlo.

Ya estoy depre, se nota??

domingo, 19 de julio de 2009

Vacaciones de verano I

Dos semanas no dan para mucho, pero bien aprovechadas…

Llegada a Pucelandia sábado a media mañana, viaje tranquilo, sin apenas tráfico, sin prisas, con el relax que supone el inicio de las esperadas vacaciones, ya que a diferencia de otras personas, no tengo la necesidad de llegar el primero al destino elegido para comenzar a disfrutar de mi libertad laboral, sino que ese disfrute comienza desde que coloco la primera maleta en el interior del maletero de mi coche.

Al contrario de la mayoría de mis vacaciones, estas estaban casi programadas al dedillo, puede ser que mi afición por el jazz tenga algo que ver en mi gusto por la improvisación, pero esta vez me decanté por el clásico, en el que hasta los silencios tendrían su tiempo y lugar especialmente reservados.

La primera semana, exactamente de sábado a sábado, la pasamos en una repartición quasiperfecta, de comidas, cenas y alojamientos con desayuno, entre las casas de mis padres biológicos y políticos, la primera situada en la ciudad, a modo de chalet adosado (piscina incluida), con entradas y salidas tanto de mi familia directa como de otros familiares, en cambio la otra, situada a unos 20km al norte (diferencia en grados -3º), urbanización de chalets, en entorno rural, con amplias parcelas donde Kimi por encima del resto, disfrutaba al máximo, con la compañía añadida de Tany, la Pastor alemán de la familia de Susana.

Es en esta última dónde ha reinado por encima del buen comer, de los bañitos en la piscina y de torrarnos al sol, la ansiada tranquilidad, a base de mañanas de porche+cervecita+periódico, siestas en el piso de arriba y noches con la temperatura muy por debajo de los 30ºC del día. Incluso el exceso de tranquilidad, me animo a colgar la vieja canasta, donde desentumecer los músculos maltratados por la buena vida, y de paso, mientras metía un tiro tras otro, o echaba un 21 con Susana (jugadora de basket en su época colegial), recordaba que yo pude dedicarme a eso.
Sí, a eso del deporte, que también ha tenido su protagonismo estas vacas, y de que forma, ya que pese a no estar en mi mejor forma, el que me conoce sabe que ya sea con un balón de basket en las manos o una raqueta, pierdo la noción del tiempo, y en ocasiones también la del dolor. Pero mejor os lo cuento.

Domingo, segundo día vacacional, mis tíos junto a mi padre organizan partidito de tenis, uno de dobles, de esos que a priori no requieren mucho esfuerzo, saque, volea y alguna que otra caña hasta entrar en calor, y hablando de calor, 30º a la sombra entre las 12 y las 14h. Lo cual, aunque parezca mentira no es ningún problema para mi, de hecho no entré prácticamente en juego hasta la segunda hora, y cuando más entonado estaba, el partido finalizó, con victoria por supuesto.

Al día siguiente, unas leves agujetas, y una ligera molestia en la parte baja del gemelo derecho, lo normal…
Esa tarde más piscina, crol, braza, espalda, incluso algún largo a mariposa, lo de hacerme el muerto en el agua, la verdad es que no va conmigo.

Día 3 piscina + basket, mi cuerpo empezaba a hablar latín, al estilo, Mens sana in corpore sano.

Día 4, stop al deporte, era la hora de la música y el cachondeo, lugar, Nuevo Estadio José Zorrilla, artista, Depeche Mode, entrada, gratuita, me la regalaron. No es que sea ni haya sido un fan de Depeche, pero como a muchos, me gustaban algunas canciones de sus primeros discos, pero sobre todo, me gustan los grandes conciertos, con grandes montajes a base de watios de sonido e iluminación. Y si le sumamos que comenzaban la gira mundial en mi ciudad, no podía dejar pasar la oportunidad. Bailé, bebí, hubo risas, momentos de charla, de nuevo baile, más bebida, y el resto fiesta hasta caer rendido en la cama.

Día 5, sin tiempo para resacas, que toca partidito de padel con los primos, de hecho, mi primer partido de padel, ya que desde que ese deporte se introdujo en España, nunca me ha atraído lo más mínimo, es más, no me cuesta reconocer que cuando me refería a él, era como el tenis de los torpes y de los vagos, y si a eso le sumamos, que uno de los pioneros en practicarlo fue aquel tipo de bigote de cuyo nombre no quiero acordarme…
Pero estaba claro, que alguna vez tenía que ser la primera, y aunque reconozco que puede ser divertido, no he cambiado mi forma de verlo, ya que, sin haber jugado nunca, no tuve problemas para derrotar a mi primo y su mentor, con años de experiencia. Sin embargo, ninguno de ellos había practicado el tenis con anterioridad.
Día 6, revancha del dobles de tenis, en la que, no sólo no se produjo la revancha, sino que mi tío y yo ganamos con mayor claridad, jeje.

Y mientras las agujetas brillaban ya por su ausencia, aún seguía aquella pequeña molestia en
el gemelo, pero sin pasar de ahí.