jueves, 9 de abril de 2009

Ni Wii, ni Play, ni Xbox...

Llevo tiempo intentando contaros, que cada vez nuestra casa se parece un poco más a la de Friends, y es que desde hace ya unos meses, hemos introducido un elemento característico y hasta protagonista, de alguno de los episodios de la serie, de hecho el objeto en cuestión acabó sus días de ficción hecho añicos, para salvar la vida de unos pequeños animalitos (patitos y no de goma), que por alguna extraña razón, se habían quedado atrapados en su interior.

Sin más rodeos, y para los que no os guste la serie en cuestión, os revelaré, que el objeto que hoy ocupa una gran parte de nuestro salón es, un futbolín, con sus patitas, sus barras metálicas, sus jugadores, sus porterías, vamos con todos los elementos que componen un auténtico “futbolín de bar” como digo yo, la cervezas y los amigos no estaban incluidos en el precio, pero, como de momento los amigos nos visitan de cuando en cuando, nunca faltan las cervezas para recibirles.

Y ahora os preguntaréis, pues vaya pedazo de salón que tenéis para meter un futbolín! no os creáis, a veces con ingenio, esto lo coloco aquí, y esto otro mejor a este lado…, recomponiendo un poco la colocación de los muebles, se puede conseguir más espacio del que crees, nuestro salón tendrá unos 20m, en los que además del susodicho futbolo, está el sofá de 3 plazas, la mesita, el mueble de la Tv, 2 estanterías y la mesa de comedor…

La verdad, no es que hayamos jugado demasiado desde que forma parte de nuestras vidas, el estreno en nochevieja, un par de sábados con los amigos, alguna partida entre semana, pero sobre todo, da alegría verlo al llegar a casa, jeje, no se, lo tienes ahí, y puedes echarte una partidita cuando te apetezca, sin mencionar, la cara de asombro de tus amigos al entrar en el salón, y la incredulidad de los que aún no lo han visto.

En cuanto a Kimi, no es que le haga mucha gracia, pero de momento no ha demostrado su malestar, ya que es evidente que, ese objeto que ha invadido una parte de su espacio, en ocasiones le roba nuestra atención, le priva también de ser el centro de atención con las visitas, ya para colmo, oye una bola que va de un lado a otro, y cuando parece que va a caer al suelo, aparece por un agujerito del que es de nuevo introducida a una zona que está fuera de su alcance, así que, ahora entiendo porque opta por echarse debajo del futbolín…será rendición?

Aunque os he hablado en todo momento de un futbolín, realmente se trata de una mesa multijuegos, en la que además del futbolín que es el juego principal, por sus medidas prácticamente reglamentarias, se convierte también en una mesa de ping pong, de billar americano y de hockey disco, con ventilador de mesa incorporado, todos ellos mini claro está, pero no por ello menos divertidos.
En cuanto al juego de futbolín, o fútbol de mesa. Os puedo contar que España tiene mucho que ver, en la persona de Alejandro Finisterre, poeta de profesión, y aunque hay controversias con el origen del juego, situado en Gran Bretaña y Alemania, la patente nos pertenece (Registrada en Barcelona, en el 1937), y la historia parece darnos la razón.
Existen diferentes tipos, dependiendo principalmente de los jugadores, tanto en su forma como en su colocación en el tablero. Seguro que muchos de vosotros habréis jugado en varias clases de ellos, como por ejemplo:
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El modelo Catalán, más extendido por la zona norte de la península y Levante, en este los jugadores son de metal y con los pies separados. La colocación forma un 1(portero)-3(defensas)-3(centrocampistas)-4(delanteros).
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El modelo Americano, es el que se juega prácticamente en el resto de España, los jugadores esta vez suelen ser de madera, con pies juntos en forma de paleta, y la disposición de los jugadores es 1-2-5-3.

Este es el que yo tengo, y particularmente después de haber jugado a ambos, me decanto por el americano, pero si alguien me quiere invitar a jugar al modelo catalán, no pienso poner ninguna pega.

miércoles, 1 de abril de 2009

La máquina infernal

El otro día me pasó una cosa muy curiosa, estaba en mi banco, el de toda la vida (como diría Leopoldo Abadía), al menos el de mi vida en Madrid, siendo una de las pocas veces de este año, que me dejo caer por alguna de sus oficinas, ya que suelo hacer casi todas las operaciones online, desde la mejora que se ha producido en la banca por internet, ahora, prácticamente puedes tramitar hasta tu hipoteca por internet, en fin, a lo que iba.
Era el último de la fila, en las que mis predecesores casualmente eran los mismos que ocupan las primeras filas, al pie de cualquier obra urbana, un colectivo con nombre propio, “los jubilados”, y claro, personas en su condición sin estrés, sin demasiadas obligaciones horarias, y con ese hábito diario de acudir al Banco/Caja para actualizar sus biencuidadas cartillas (por cierto donde estarán las mías??), ingresar 15 €urillos en la cartilla del nieto, preguntar por esos ahorros en forma de bonos, acciones, fondos fijos o variables, que en algunos casos, han sido presas de estafas internacionales, dígase Boom inmobiliario, los famosos Ninjas o algo más autóctono, como las estafas del Forum Filatélico o Afinsa.

Es por ello, que en el mejor de los casos, te puedes pasar 15 o 20 minutos en el banco para realizar cualquier operación que no hayas podido realizar por web. En ese tiempo, puedes hacer un par de llamadas rápidas, hojear todos los panfletos de publicidad de la entidad en cuestión (generalmente engañosa o de difícil comprensión por la cantidad de letra pequeña), dar la vez , cediendo el honor de ser el farolillo rojo de la sala, y por fin, recibir tu ansiado turno para realizar una operación que no te lleva más de 3 minutos.

Pero es ahí, cuando me disponía a marcharme, y una vez frente a la puerta automática de la cabina de seguridad, que es de obligada utilización, tanto para entrar como para salir, con esa voz de todo menos dulce, que te avisa de dejar los objetos metálicos, así como su uso individual y por consiguiente, debes esperar si una persona está entrando para poder salir, y ese, de entre todos, fue mi caso.

Entró en la cabina un hombre de unos cuarenta y pico años, parecía de Europa del este, 1,90m de altura y unos 120kg de peso, lo que coloquialmente definimos como un armario ropero de 3 puertas, una vez en el interior del automatismo, y bloqueado entre ambas puertas, sonó la robótica voz con un mensaje que en un principio no llegué a entender, o que simplemente ignoré, ya que el sonido de aquella voz diciendo: “deposite sus objetos metálicos…bla, bla, bla” habría sonado unas 15 veces en el rato que estuve esperando mi turno en la fila. Entretanto, el hombre salió y volvió a entrar, esta vez sin una sola llave ni moneda en el bolsillo, pero se repitió la misma escena, en la que ya pude entender a la voz en off, que decía algo así como, “no está permitido el acceso a más de una persona en la cabina, no está permitido el acceso a más de una persona en la cabina” y así repetidamente mientras aquel hombre me hacía gestos de no entender el motivo que le daba aquella máquina infernal, para no dejarle entrar. El hombre, me miraba y encogía sus hombros, me mostraba incluso sus bolsillos vacíos, por un pequeño instante no supe si reír o llorar, ya que estaba claro que la cabina parlante no estaba diseñada para diferenciar entre 3 personas de 40kg y una de 120kg, y es entonces, cuando rápidamente avisé a uno de los trabajadores del Banco, para que dejasen pasar al aún desconcertado buen hombre, y así de paso, tomar el relevo, pero esta vez para salir y dirigirme al trabajo, esbozando alguna sonrisa que otra recordando lo sucedido.


PD. Bien podía haber sido una escena de "La cabina II", se lo propondré a Mercero, jeje.
(El enlace de La cabina corresponde a un vídeo de un fragmento de la película en dibujo animado, muy logrado)